domingo, 2 de marzo de 2014

Introducción

El desarrollo de las culturas humanas a lo largo de la historia, produjo una amplia variedad de hipótesis. Por ejemplo, para los egipcios el alma era pesada por Osiris, de manera que el corazón del muerto debía pesar igual que la pluma de Maat. Si pesaba más el corazón que la pluma, el difunto era devorado por un monstruo. El dios Thot tomaba nota de si el sujeto obró bien o no en vida. Esta idea tan antigua, que relaciona nuestro lugar después de la muerte con nuestros actos y nuestra calidad como personas, es recurrente en muchas mitologías y religiones. En occidente, parece considerarse atrasada, debido al menor auge de la doctrina católica. Recordemos la reencarnación propuesta por los hindúes. De acuerdo con ella, lo que experimentamos en esta vida, depende de lo que hicimos en la anterior, y de idéntica manera, lo que obtengamos en la próxima dependerá de lo que hagamos en ésta (reencarnación).

No obstante, si observamos los hechos a los que se refieren las diferentes tradiciones religiosas o mitológicas, veremos que éstas han formalizado y sistematizado las ideas sobre el más allá en formas ampliamente divergentes. En este sentido, para los griegos Caronte nos lleva en su barca al infierno. Para la mitología germana, hallaríamos de ser héroes a las Walkirias, etc.